Tiempo de Castañas en Aríñes San Mateo – Los Castañeros en Gran Canaria – 01/Noviembre/2017

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El otoño es tiempo de castañas. Los castaños (en las Islas se los denomina también castañeros) de las medianías de Gran Canaria ya están dando sus primeros frutos, aunque aún están algo pequeñas debido a la falta de lluvias y las hojas secas por las altas temperaturas en la zona.

La castaña es un fruto seco que, paradójicamente, necesita humedad para crecer y desarrollarse. Suele darse en las medianías altas de la Isla, muy especialmente en los municipios de Teror, San Mateo, Valleseco, los altos de Firgas y Moya, Valsequillo y la cumbre de Tejeda y Artenara. Los castaños suelen crecer entre los 800 y 1.300 metros sobre el nivel del mar.

Los lugares de la Isla donde más castaños hay se encuentran en la finca de Osorio en Teror, en el barrio terorense de San Isidro, en el linde con San Mateo, en los barrios vegueros de Aríñez, Utiaca y Cueva Corcho, en Fontanales (Moya), en los Pinos de Gáldar y en la Cruz de Tejeda. En el castañar de la finca de Osorio hay ejemplares de hasta 140 años de antigüedad, según aseguran en el departamento de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria.

Los castaños se suelen regenerar muy bien y no tienen que llevar un cuidado especial, excepto al principio. Suelen estar expuestos al norte, donde hay humedad y el clima es propicio a las brumas. La castaña se recoge desde mediados de octubre a mediados de diciembre.

En Gran Canaria hay 380 hectáreas de castañares y aproximadamente unos 76.000 castaños si se tiene en cuenta que en cada hectárea puede haber unos 200. Una hectárea equivale a dos campos de fútbol. Muchas de las castañas, alrededor del 80 %, no se recogen y se pierden. Muchas son para alimentar a los animales.

La castaña se utiliza mucho en la cocina tradicional canaria ya que se puede guisar, cocer al vapor, hervir, asar y tostar. Se puede encontrar en sopa, como relleno o guarnición y para acompañar los platos de carne, ave o pescado ya que sirve para realzar su sabor. También se utiliza mucho en repostería y es de uso frecuente en la elaboración de tartas y mermeladas. Se utiliza para helados y para aromatizar cremas pasteleras, además del famoso marrón glacé.