Los antiguos habitantes de las Islas Canarias dominaron el conocimiento astronómico como pilar del conjunto del saber sagrado sobre el que se sustentaba todo su mundo. Fueron grandes observadores de los movimientos del cielo, a los que relacionan con los fenómenos terrestres, y dejaron constancia de sus conocimientos en numerosos yacimientos. La duración del día y la noche, los cambios de tiempo y los climas, todo influye en la siembra y recolección, y el equinoccio fue importante en tanto que les permitió organizar toda su vida doméstica y religiosa.

La entrada del último rayo de sol del día a la Cueva de Cuatro Puertas, y su recorrido hasta tocar con extraordinaria precisión la defensa del fondo para luego diluirse hasta desaparecer, marcaría para los antiguos aborígenes de la isla el solsticio de verano en el hemisferio norte. Un espacio que debió ser escenario de celebración de festividades prehispánicas conectadas con la posición del sol, la luna y las estrellas.

Fotos El Coleccionista de Instantes

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